Tengo la costumbre de regresar de vez en cuando a lugares que me han supuesto algo importante en mi infancia. Como si tuviera que mostrar a esos sitios quien soy ahora o como se ha desarrollado mi persona.
Se trata de una larga lista de sitios a los que me acerco siempre que puedo o se da la oportunidad. A muchos os parecerá una tonteria pero a mi me resulta en cierto modo reconfortante. De esta manera dentro de mis recorridos de entrenamiento con la bici de carretera se encuentra uno que me trae grandes recuerdos. Se trata de la zona de durango, elorrio, abadiano, mañaria, urkiola, berriz, etc... Cuando atravieso esas carreteras me atrapa un sentimiento de tranquilidad, de calma, de bienestar. Como si hubiera regresado alli despues de muchos años para demostrar algo.
El origen de está historia está sin duda muchos años atrás, unos 11 o 12 más concretamente. De crio pasaba los veranos en la casa familiar de elorrio. Con 15 años ya llevaba un par de ellos prácticando btt y solia hacer algunas salidas veraniegas por alli. No obstante habia una situación que me creaba autentica fijación. Cada vez que me disponia a salir con la btt por la puerta para dar una vuelta o incluso bajar al centro del pueblo a por el pan, me encontraba de frente con la bicicleta de carretera de mi primo aparcada en el pasillo. La miraba, la contemplaba con una mirada penetrante. En mi interior crecia el deseo de montarme en un velocipedo con ruedas finas, crecia cada vez más hasta convertirse en una obsesión.
Aquel verano consegui que mi madre me comprara mi primera bicicleta de carretera y acto seguido comencé a recorrer aquellas carreteras. En ocasiones solo, en ocasiones acompañado por mi primo y algún otro del pueblo. Aquel verano subi mis primeros puertos, tuve mis primeras caidas sobre el asfalto y seguro que muchas otras historias que no recuerdo. Por fin podia emular a mis idolos ciclistas.
Han pasado muchos años desde entonces y quizás esa sea la razón que me conduce por esas carreteras de vez en cuando. El tiempo te llena de experiencias, de historias. Te cambia en algunas cosas, te mantiene igual en otras. Yo estoy orgulloso de seguir pedaleando. Puede que haya pasado años en blanco por una u otra razón pero lo bonito es que sigo sentado en un sillin todas las horas semanales que puedo.
El otro dia fue un dia de esos especiales en los que recorriendo esas carreteras me empape de todos los recuerdos que llevaba el aire. Surcaba la carretera de durango a elorrio como diciendole a aquel lugar que alli estaba yo después de todos estos años, con la ilusión del primer dia por seguir pedaleando. Miré hacia la derecha observando el amboto y dibujando en la cabeza la subida a urkiola. Miraba al frente imaginando las subidas de elgueta o de kanpazar. A la izquierda tenia el monte oiz y la subida por garai o por goiuria. Me acerque hasta matiena y me quedé contemplando el escaparate de la tienda en la que mi madre me compró aquella primera bicicleta de carretera. Me llené de recuerdos en un segundo y hasta se me escapó una lagrima. Pensé en el esfuerzo de mi madre por pagarme aquella primera maquina y me senti agradecido por haberme facilitado esta gran afición.
Os invito a que hagais vuestro propio ritual de vez en cuando. Se que algunos lo haceis porque lo adivino entre lineas en vuestras conversaciones. Es posible que todos lo hagamos inconscientemente. No lo sé. Probadlo, ya vereis como es reconfortante. Y si no os atreveis solos... llamadme que os acompañare. Al fin y al cabo después de todos estos años, sigo pedaleando.
martes, julio 25, 2006
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