viernes, julio 03, 2009

24

Esas son las horas que tiene el día, y las horas que se pasa uno encima del sillín en una carrera de mtb de 24 horas. Un día entero en el que da tiempo para pensar mucho, disfrutar encima de tu bicicleta y porque no decirlo, a pasar la peor miseria imaginable sobre dos ruedas.

Hace menos de un mes se produjo mi debut en una carrera de este tipo. Mis únicas referencias sobre este tipo de pruebas eran la película 24solo protagonizada por el corredor del equipo Trek Wolksvagen, Chris Eatough y las historias que me habían contado un par de compañeros. Estaba advertido de su dureza y yo decía que iba mentalizado a sufrir, pero por mucho que imagines la peor situación posible no llegas a imaginarte lo mal que se puede pasar en una crisis en medio de una prueba de resistencia como estas.

"Pues vaya como comienza", pensareis. Pero es que en la categoría parejas, e intentando conseguir un buen resultado, se pasa de todas las maneras menos bien.
La verdad es que para debutar no era lo ideal. Lo mejor es ir en un equipo de 4 y no jugarte nada. O incluso en categoría solo, a tu ritmo y sin presión. No era nuestro caso. Teníamos un objetivo claro en el podium.

Os preguntareis porque competir en una prueba como estas sabiendo lo mal que se pasa, pero al final es la misma razón que si compites en una prueba de rally, en un maratón o en una prueba por etapas. Nos gusta competir, ir al limite y dar lo mejor de nosotros mismos. Es algo que se lleva dentro. Intentar ir lo más rápido posible, apurar al máximo las capacidades de tu cuerpo. Exprimir tus piernas y tus pulmones. Y encima con el reto de hacerlo durante un día entero y contra un buen numero de equipos.

Mi primera experiencia fue por lo tanto en las 24 horas de Lisboa. Hace ahora 3 semanas aproximadamente. La prueba tiene un buena organización tomando como base el camping Lisboa en la localidad del mismo nombre y a la entrada del Parque natural Monsanto. El circuito es un bucle de 13 kilómetros por el parque, con 300 metros de desnivel por vuelta y con un carácter bastante técnico, zonas de pista, pista rota y bastantes senderos técnicos tanto de bajada como alguno de subida que daba para sacar brillo al plato de 22 dientes.

Instalamos la carpa con la inestimable ayuda de nuestros amigos Ugutz e Idoia, sin los cuales no habríamos podido preocuparnos simplemente de correr, y que nos facilitaron tanto las cosas que fue un verdadero placer tenerles como asistentes. Estábamos en una buena zona, justo antes del paso al relevo. Básicamente se trata de dar vueltas al circuito durante 24 horas a turnos con tu compañero y con la estrategia que se crea más conveniente. En nuestro caso eran relevos de dos vueltas. Mientras no estas corriendo tienes algo de tiempo para comer y asearte (realmente importante) e incluso para descansar un poco antes de prepararte para dar el relevo a tu compañero.

Me tocó hacer el primer relevo porque yo era más rápido que mi compañero e iba a conseguir una mejor posición en la primera vuelta. Intenté conseguir el mejor puesto posible, adelante a los que pude y fui casi a tope. El resultado fue que nos pusimos en tercer lugar en nuestra categoría en la primera vuelta. Fuimos manteniendo esta posición durante toda la tarde y parecía que la cosa marchaba, aunque los segundos se alejaban paulatinamente, también íbamos aventajando cada vez más a los cuartos.

Comenzó la noche con un tercer puesto acompañado de una crisis terrible por mi parte. En un descanso lo pasé realmente mal. Me planteaba una y otra vez que hacia allí, porque tenia que seguir pedaleando. Me quería marchar a mi casa y quería hacerlo ya. No quería seguir compitiendo. Estaba fatal y gracias a la ayuda de Uguts y de Idoia pude volver a montar en la bici para dar el siguiente relevo. Me ayudaron a superar ese mal momento que fundamentalmente fue una crisis mental. Además tenia el estómago destrozado de tomar geles y cosas así, tanto que deje de comer un par de relevos y no paraba de ir al baño. Se supone que a todo el mundo le pasa. La cosa es que a partir de aquel momento me resigne a lo que había y seguí dando relevos mecánicamente durante toda la noche esperando con esperanza a que amaneciera lo antes posible.

La mañana comenzó con malas noticias. Se supone que íbamos cuartos. Un pinchazo de mi compañero y un par de relevos lentos por mi parte podían ser la explicación. En fin, la luz del día me revitalizó y salí dispuesto a recuperar el tiempo perdido y a enmendar los errores. Di 4 vueltas la mañana del domingo, es decir, 2 relevos. En el primero comencé a sentirme sorprendentemente bien y me anime de tal manera que en el segundo relevo marqué tiempos de vuelta similares al tercer relevo de la carrera el sábado por la tarde. Me parecía increíble estar tan entero después de tanta miseria, después de pensar tantas veces en que demonios hacia allí por la noche pedaleando. Fue tan increible mi resurección que llegué a alcanzar a los segundos. Mi compañero no tenia su mejor fin de semana y aguantó como un campeón las dos ultimas vueltas conservando el tercer puesto.

El fin de semana terminó con buen sabor de boca, el tercer escalón del cajón no era tontería ante casi 30 equipos de dos. Parecía que todo el sufrimiento tenia su recompensa y así comprendí el espíritu de estas pruebas, la superación de uno mismo, el compromiso de equipo y la lealtad a tu compañero. No abandonar significa respeto hacia él, no puedes dejar de pedalear mientras el otro se esta rompiendo el culo en el sillín.

Regrese a casa totalmente reventado, con el culo más o menos decente gracias al higiene y con las piernas más vacías que jamas he sentido. Me costó casi una semana tener una buena sensación encima de la bici. La recuperación es lenta ya que el gasto del cuerpo es enorme. Me deje casi tres kilos en Portugal. No se cuantas veces pude repetir que no volvía a una prueba de esas en parejas.



El caso es que 15 días después estaba en Madrid en la 24DOCE. Esta vez con pareja femenina en categoría parejas mixtas. También hubo crisis, algo menos de miseria, el culo bastante más tocado, pero igualmente mereció la pena. El primer lugar del cajón nos esperaba con un amplio margen sobre los segundos. Volvimos a repetir que no volvíamos a competir en parejas, yo creo que todos los del equipo lo dijimos pero... como nos irán las carreras de 24 horas del año que viene?? acaso dudáis que volvamos.


Somos así, lo llevamos dentro.

viernes, abril 24, 2009

La lluvia

Bueno, tras mucho tiempo hivernando, voy a rescatar este blog ahora que tengo algo más de tiempo. Para celebrar su resurrección nada mejor que rescatar un texto que tenia en el borrador y que estaba sin publicar. Sirva asi mismo como homenaje a duros días de entrenamiento invernal o a carreras con condiciones extremadamente adversas como pueden ser las inolvidables Izkue 08 o Elorrio 07 asi como marchas como Cameros 08.

Espero prestarle algo más de atención que antes asi como darle un enfoque algo más competitivo. Un saludo, ¡¡estoy de vuelta!!

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Ese caprichoso y a veces tan necesario fenómeno meteorológico llamado lluvia nos ha fastidiado el día. Quizás no sea la manera mas "fina" de comenzar con una nueva entrada en el blog, pero en este momento me siento en cierto modo fastidiado. Pues si, no ha parado de llover casi en todo el día. Cuando ha parado apenas faltaba una hora para que comenzará a oscurecer, tiempo insuficiente para pertrecharnos adecuadamente y salir a disfrutar un día más de las dos ruedas.
Es curioso porque deberíamos alegrarnos de haber tenido un día lluvioso, que este verano han sido con cuentagotas, pero mira tu por donde hoy la alegría se ha quedado de fiesta en otro sitio. Ha sido muy duro pasar la mañana pegado al cristal de la ventana mirando una y otra vez si cesaba la lluvia mientras el vao se acumulaba delante de mis ojos. Aunque bueno, esto no era lo único que se acumulaba. El aburrimiento ha empezado a invadir cada minuto del día. No penséis que soy un tipo sin alternativas, pero todos sabemos lo que pasa cuando no se cumplen los planes que uno tenia previstos. Se siente cierta impotencia por no poder cambiar las cosas.








La lluvia, que os voy a contar de la lluvia. Digamos que en el mundo de la bicicleta no es un fenómeno muy apreciado. Te obliga a ponerte el chubasquero, los botines, los calcetines de goretex y otro sinfín de estratagemas antimojaduras. Hace poco leí en un articulo firmado por un profesional de la bicicleta que en las etapas en las que llueve desde un inicio hay quien recurre a envolverse los pies con papel transparente de cocina antes de colocarse los calcetines y los botines. Ahí queda eso. "No es muy cómodo pero funciona bastante bien" decía. Y es que la lluvia te cala hasta los huesos en pocos segundos, si vas por la carretera parece que llevas una manguera apuntándote al mismísimo culo. Por no hablar de las bajadas de los puertos en las que parece que tomas las curvas sobre el filo de una navaja. En la montaña es mas llevadero. Generalmente los arboles hacen de amables paraguas quitándole algo de hierro al asunto, aunque no lo suficiente como para permitir que se formen auténticos barrizales en algunas zonas. Vamos, que además de mojado acabas cubierto de un pegadizo manto marrón. A lo mejor esa es la razón por la que conservamos este magnifico cutis con el paso de los años.

Todos tenemos historias con la lluvia, incluso con la nieve. Pero hoy no era el día de escribir una más. Estamos en noviembre y la pretemporada ha empezado suave suave. Ya tendremos días en primavera en los que en lugar de observar como las gotas golpean en el cristal de nuestra habitación, tengamos que sentirlas deslizarse por nuestra frente mientras se nos empañan las gafas.

martes, julio 25, 2006

Jugando a ser ciclista

Tengo la costumbre de regresar de vez en cuando a lugares que me han supuesto algo importante en mi infancia. Como si tuviera que mostrar a esos sitios quien soy ahora o como se ha desarrollado mi persona.
Se trata de una larga lista de sitios a los que me acerc
o siempre que puedo o se da la oportunidad. A muchos os parecerá una tonteria pero a mi me resulta en cierto modo reconfortante. De esta manera dentro de mis recorridos de entrenamiento con la bici de carretera se encuentra uno que me trae grandes recuerdos. Se trata de la zona de durango, elorrio, abadiano, mañaria, urkiola, berriz, etc... Cuando atravieso esas carreteras me atrapa un sentimiento de tranquilidad, de calma, de bienestar. Como si hubiera regresado alli despues de muchos años para demostrar algo.

El origen de está historia está sin duda muchos años atrás, unos 11 o 12 más concretamente. De crio pasaba los veranos en la casa familiar de elorrio. Con 15 años ya llevaba un par de ellos prácticando btt y solia hacer algunas salidas veraniegas por alli. No obstante habia una situación que me creaba autentica fijación. Cada vez que me disponia a salir con la btt por la puerta para dar una vuelta o incluso bajar al centro del pueblo a por el pan, me encontraba de frente con la bicicleta de carretera de mi primo aparcada en el pasillo. La miraba, la contemplaba con una mirada penetrante. En mi interior crecia el deseo de montarme en un velocipedo con ruedas finas, crecia cada vez más hasta convertirse en una obsesión.
Aquel verano consegui que mi madre me comprara mi primera bicicleta de carretera y acto seguido comencé a recorrer aquellas carreteras. En ocasiones solo, en ocasiones acompañado por mi primo y algún otro del pueblo. Aquel verano subi mis primeros puertos, tuve mis primeras caidas sobre el asfalto y seguro que muchas otras historias que no recuerdo. Por fin podia emular a mis idolos ciclistas.

Han pasado muchos años desde entonces y quizás esa sea la razón que me conduce por esas carreteras de vez en cuando. El tiempo te llena de experiencias, de historias. Te cambia en algunas cosas, te mantiene igual en otras. Yo estoy orgulloso de seguir pedaleando. Puede que haya pasado años en blanco por una u otra razón pero lo bonito es que sigo sentado en un sillin todas las horas semanales que puedo.
El otro dia fue un dia de esos especiales en los que recorriendo esas carreteras me empape de todos los recuerdos que llevaba el aire. Surcaba la carretera de durango a elorrio como diciendole a aquel lugar que alli estaba yo después de todos estos años, con la ilusión del primer dia por seguir pedaleando. Miré hacia la derecha observando el amboto y dibujando en la cabeza la subida a urkiola. Miraba al frente imaginando las subidas de elgueta o de kanpazar. A la izquierda tenia el monte oiz y la subida por garai o por goiuria. Me acerque hasta matiena y me quedé contemplando el escaparate de la tienda en la que mi madre me compró aquella primera bicicleta de carretera. Me llené de recuerdos en un segundo y hasta se me escapó una lagrima. Pensé en el esfuerzo de mi madre por pagarme aquella primera maquina y me senti agradecido por haberme facilitado esta gran afición.


Os invito a que hagais vuestro propio ritual de vez en cuando. Se que algunos lo haceis porque lo adivino entre lineas en vuestras conversaciones. Es posible que todos lo hagamos inconscientemente. No lo sé. Probadlo, ya vereis como es reconfortante. Y si no os atreveis solos... llamadme que os acompañare. Al fin y al cabo después de todos estos años, sigo pedaleando.

lunes, abril 17, 2006

Persiguiendo al saltamontes


Aún guardo el recuerdo de un sueño que tuve el viernes pasado.

Cuatro amigos nos encontrabamos una soleada mañana de primavera en un lugar mágico. Las nubes habian dejado paso a los rayos de luz y el sol brillaba en todo lo alto regalando a aquel lugar un color privilegiado. Las primeras lluvias primaverales hacian brotar miles de flores y los insectos revoloteaban por el aire empapandose de la cálida temperatura. Nos habiamos trasladado hasta alli con el fin de disfrutar de un magnifico dia de mtb. Impacientes, una vez realizados los preparativos, no dudamos en comenzar la ruta atravesando un puente. En cuanto dimos las primeras pedaladas por un tramo de pista, un saltamontes nos adelantó brincando velozmente. En un principio intentamos seguirle bromeando, pero nos dimos cuenta de que alcanzar al veloz insecto no iba a ser nada fácil. Nos introdujo en un sendero en medio del bosque. El sendero discurria al lado del curso de un rio. Era un sendero serpenteante rodeado de vegetación muy cerrada. Se rodaba muy rápido, las curvas se enlazaban una detrás de otra mientras las ramas golpeaban en nuestros brazos en cada giro. Raices, palos y piedras añadian un entretenimiento extra para aquel maravilloso "singletrack". El saltamontes sin querer nos habia introducido en un paraiso biker inigualable. Seguia brincando firme en cabeza del grupo y nosotros mientras tanto pedaleando como locos por aquel increible paraje.
De pronto el sendero tocaba a su fin. Un puente aparecia a la derecha e invitaba a cruzarlo. El saltamontes como no, tomó esa dirección. Los saltos con sus poderosas patas traseras eran formidables. Avanzaba firme salto tras salto mientras nosotros continuabamos con nuestra persecución particular. Nos invitó a subir por una pista tendida para luego disfrutar de una bajada por un sendero en la ladera de una montaña. El terreno era seco y pedregoso. El agarre perfecto. Los neumaticos mordian el piso en cada curva. Giros, saltos, velocidad. Todos dibujabamos una sonrisa en la cara, nuestro rostro sudaba satisfacción.

Sin un minuto que perder intentamos de nuevo dar caza a nuestro "guia" el saltamontes. En esta ocasión la persecución nos llevó a otra subida tendida por carretera precedida de unos pocos kilometros por una pista preciosa entre trigales recien plantados. De pronto tomó un sendero en subida hacia la derecha. El sendero se iba haciendo cada vez más técnico y la subida por lo tanto, más dura. Era dificil seguir el rastro de nuestro pequeño amigo por un lugar asi. Un poco más arriba volvió a aparecer y esta vez nos introdujo por un sendero de bosque que más tarde conducia a una trialera de piedra muy larga y llena de curvas cerradas. Los frenos estaban al rojo vivo y cada uno intentabamos sacar lo mejor de nuestra conducción para poder disfrutar de aquella increible bajada sin dar con nuestros huesos en el suelo.

Comenzamos a hacer cábalas. Aquel pequeño insecto parecia habernos leido la mente. Parecia haberse propuesto enseñarnos los mejores rincones de aquel paraiso biker. Pero, no podia ser... era solo un pequeño insecto. Aquello comenzaba a escapar de la razón.
Lo cierto es que daba igual. Una sensación de total plenitud inundaba nuestro cuerpo anulando la minima sensación de cansancio o fatiga. Seguiamos haciendo cábalas cuando nuestro pequeño "guia" apareción saltando detrás de un arbol. Comenzó a tomar una velocidad increible que hacia muy costosa nuestra persecución. Era como si quisiera hacernos pagar de alguna manera el ultimo regalo que nos iba a hacer. Cruzó un puente tomando un sendero a la izquierda. En esta ocasión el sendero picaba hacia abajo por lo que se rodaba realmente rápido. La vegetación era cerrada y los golpes con las ramas en los brazos eran de nuevo algo habitual. Las curvas transcurrian rápidas, era todo un placer enlazarlas con soltura. Las piedras del camino esperaban ansiosas la trazada de nuestra cubierta delantera. El sudor caia de nuestra frente animado por un sol radiante mientras aquel todo parecia ser la letra de una canción perfecta. Cada uno de nosotros pedaleabamos veloces por aquel entorno. Cada uno con su banda sonora particular en la cabeza. Intentando alcanzar al saltamontes, por un momento nos sentimos como elevados a otra dimensión. Un mundo en el que el biker encontraba la felicidad absoluta. Era curioso pero lo que habia comenzado como una inocente broma se habia convertido en una de las mejores jornadas de mtb de nuestra historia biker. Aquel pequeño aliado nos habia conducido por unos lugares privilegiados hasta alcanzar un extasis biker sin igual.

Cruzamos un ultimo puente y el saltamontes nos introdujo en una pista al lado de un rio. Nos mirabamos los unos a los otros disfrutando de nuestras plenas sonrisas. Pedaleabamos relajados cuando vimos que el saltamontes decidia dar por concluido aquel inocente juego. Poco a poco se alejo por aquel ultimo tramo de pista que curiosamente nos condujo hasta el lugar de partida. Todavia incrédulos por lo ocurrido, tratamos de tomar aliento sentados en torno a una mesa. Nada mejor para concluir una buena ruta.

A veces, cuando pedaleo acompañado por lugares como los que nos enseñó el saltamontes, me invade una sensación de satisfacción muy grande. Miro la cara de mis compañeros y sus sonrisas hacen que todo sea perfecto. Esas sonrisas que denotan esa complicidad, que te hacen saber que estan sintiendo la misma satisfacción que tu estas experimentando en ese momento, son algo extraordinario. Son tan increibles que ha veces crees que estas viviendo un sueño. Un sueño como el que tuve el viernes pasado


martes, marzo 21, 2006

El dia en que me sentí feliz y ridículo a la vez


A veces las cosas hay que hacerlas en caliente. Un claro ejemplo seria el texto que escribiré a continuación. Tampoco es cuestión de sentarse uno delante del ordenador y obligarse a escribir algo, sea lo que sea, simplemente por el mero hecho de tener que escribirlo para llenar un hueco. Es mejor esperar a tener ganas y dejar que las palabras fluyan por los dedos en contacto con el teclado, o mejor aún, que fluyan desde dentro del corazón.

Esta semana esta siendo dura, he tenido que tomar algunas decisiones que aparentemente no tienen consecuencias graves, aunque si me pongo a estrujarlas entiendo la verdadera razón de haberlas tomado. Estoy en plena fiebre mtbikera, tengo que admitirlo. Asi que creo que es un buen momento para retomar el blog y contaros como fue aquel dia en el que decidi darme una segunda oportunidad.

No se si recordais una pelicula en la que una chica tenia que elegir el montarse en un tren o en otro y en función de su decisión la vida le deparaba una cosa u otra. Yo la recuerdo vagamente pero puede ser un buen ejemplo para entender lo que pasó cuando vi aquella bicicleta colgada en el balcón de mi casa. No se que hubiera ocurrido si hubiese decidido dejarla alli donde estaba, el caso es que no lo hice. Y me alegro.

"Tu andabás bien en esto. Te lo pasabas muy bien"; me dijé con convencimiento. "Seguro que a este trasto se le puede sacar partido". Descolgué la bicicleta de la pared y le pegué un pequeño repaso. El primer punto importante era limpiarla para poder valorar el estado real de la paciente. Rebusqué en lo más profundo del armario y encontré algunos ropajes bicicleteros que parecian ser sacados de los años 80. Rapidamente me pertreche como pude, cogi mi viejo casco y me apresuré a coger de nuevo mi montura. El destino estaba claro, la manguera a presión de la gasolinera más cercana. "Vamos a rodar un poquito a ver que tal y de paso le metemos una lavadita a esto". La bicicleta sonaba por todos los lados pero más o menos funcionaba que era lo importante. Camino a la gasolinera me senti un poco ridiculo. Mi ropa era vieja, y a parte de serlo, lo estaba... estaba vieja. Mis patas parecian las del oso yogui y con mi casco en la cabeza parecia el rey de los globeros. Eso si, por dentro iba contento como pocos dias, no sabia aun bien porque pero estaba entusiasmado. Me sentia feliz, un poco ridiculo pero feliz.
Pocos dias bastaron para darme cuenta que tenia ganas de regresar a esto. En cuanto pisé un par de pistas y me deslicé torpemente por otro par de senderos, me di cuenta de que no podia dejar pasar esa oportunidad. La búsqueda de una bicicleta en condiciones para mi regreso fue bastante rápida, de paso que engañaba a mi chavala para que probara a introducirse en este mundillo para ver si le gustaba. No nos complicamos mucho la vida y el decathlon nos sirvió de lanzadera mtbikera. Con las rockrider hicimos un sinfin de rutas y marchas además de conocer a gente maravillosa.

Me alegro mucho de la decisión que tome aquel dia porque he visto que esta afición que seguia latente en mi interior no ha hecho más que crecer y crecer cada dia más hasta convertirse en casi una enfermedad. Pero bueno, ojala todas las enfermedades fueran asi de placenteras y sanas, porque daría gusto estar convaleciente todo el año.
Actualmente montamos sobre maquinas bastante "interesantes" y ruteamos todo lo que podemos y más. Hay dias en los que rodamos rodeados de gente encantadora que vive esos momentos de la misma manera que nosotros. Estamos felices y contentos cada vez que pedaleamos por la montaña. Es curioso, a veces pienso en que hubiera ocurrido si la elección hubiese sido montar en el otro tren. Lo cierto es que aunque lo piense, me importa un pimiento, porque mi destino me guió hasta aquella gasolinera. Y aún habiendome sentido un poco ridiculo por el camino, recuerdo que cuando regresé a casa me senti feliz. De la misma manera en que me siento ahora al escribir estas palabras pensando en que en cuanto pueda volveré a montarme en mi bicicleta para pedalear. Sea la hora que sea. Solo me importa subir a la montaña y meterme un chute de mtb.

domingo, enero 15, 2006

Buscando en el baul de los recuerdos


Ultimamente he leido varios blogs que me han fascinado. Cuentan de forma muy amena y directa experiencias en primera persona y disfruto mucho leyéndolos. Animado por este hecho me he decidido a aportar mi pequeño grano de arena, a tener mi pequeño hueco en la red desde el que contar mis vivencias personales.
Este blog ira dedicado principalmente a mi pasión entre las pasiónes: la bicicleta, aunque no dejaré de lado otro tipo de aficiones que copan mi tiempo libre.

Para empezar me gustaria contaros cuando nace esta pasión, de donde me viene esta afición por las dos ruedas y los pedales. Por ello creo que es conveniente echar la vista atras y rebuscar un poco en la memoria, a ver que es lo que dicen los recuerdos.

Como para todos los crios pequeños el hecho de que en mi primera comunión me regalaran una bicicleta fue algo realmente importante. Por aquel entonces me pareció un regalo inmenso, un regalo de los de verdad, un señor regalo vamos. Una flamante Bh california de bmx fue mi primera bicicleta si no tenemos en cuenta una bh roja con la que supuestamente aprendi a pedalear y que vagamente recuerdo. Con ella llegaron las primeras pedaladas, las carreras con los chicos del barrio alrededor de la manzana y algo que recuerdo con especial cariño; las primeras "rutas". Nuestra rutilla favorita consistia en ir hasta un santuario que se situaba a unos 9km de la ciudad. Eran 9km de carretera con un par de desvios y que culminaban en una subida de un par de kilometros donde teniamos nuestros piques personales. Aunque lo queramos negar eran rutas en toda regla, de las de mochila a la espalda con el bocata dentro, aunque fueran con una bmx!!
La cosa se empezó a poner seria y aprovechando que justo pegaba el boom del mtb alla por el año 92, hice lo indecible para conseguir que mi madre me comprara una. Las revistas de mtb que me pasaba mi primo envenenaban mi cabeza, la bike, mas tarde solobici, la difunta btt... Solia ir a verle a las competiciones de downhill, por aquel entonces tener una horquilla de suspensión ya era un lujo y un signo de distinción. No conseguimos arañar mas que para una bh top line, que fue la bici con la que me introduje en el mundo del mtb.
Las rutas empezaron a ser por la montaña o por carretera como buenamente podiamos. Teniamos 13 años y solia salir con un par de compañeros del colegio y algun que otro chico del barrio. Soliamos frecuentar la zona de armentia, donde actualmente se celebran las 24h. de vitoria, ya que por aquel entonces vivia alli. Recuerdo que lo que más nos gustaba eran las rutas con charcos y barro, acababamos marrones hasta las orejas y luego ibamos al rio a limpiar la bici para poder entrar en casa!! Tambien me vienen a la cabeza un par de batallas perdidos en el monte en pleno invierno con nieve hasta las rodillas, o algun que otro dia de autospot debido a averias mecanicas. Solo nos importaba montar y montar aunque ibamos hechos unos quinquis. No habia pasta para mucho más, algo de ropa y un casco, un flamante bell image. Menos mal que heredaba cosas de mi primo, que seguia compitiendo en dh, carretera y ciclocross.

Los cambios suntour de la bh no hacian mas que petar, al igual que las bielas, los cantilever... las reparaciones eran el pan nuestro de cada dia. El tendero de mi pueblo se forraba con nosotros y es que aquellas bicis no estaban hechas para el trato que les dabamos. Harto de estos problemas y picado de ver a mi primo con la flaca decidi probarlo. No se que pasó con la top line pero me las arregle para que un verano mi madre se gastará 60mil pesetas de las de antes en una miguel mari lasa de carretera. Esta misma tarde he pasado por delante de la tienda en la que la compre. Que nostalgia.
La cosa es que le empecé a dar a tope a la flaca. Tendría 14 años aproximadamente. Solia salir en verano por el pueblo y en invierno con un par de colegas del colegio que les iba el tema. Soliamos darle mucho y recuerdo como estuve a punto de meterme en un equipo para competir ya que me decian que iba bastante bien para mi edad. Me queda la pena de no haberlo hecho, cualquiera sabe lo que seria ahora de nosotros no? Disfrute mucho con aquella bicicleta y aprendi a sufrir cuando mi primo me llevaba a subir puertazos como elgueta o urkiola. Y yo con 15 años y el 39 x 23... si andaba el doble que ahora!!!
Total que me empezó a entrar otra vez la fiebre del mtb asi que no se como me las arregle para que al cumplir los 16 mi madre me regalara una grisley mega 10!!

La cosa mejoró bastante y empezamos con rutas con más kilometraje, marchas, etc. Bueno, mi primera marcha fue con 13 años y con la top line!! Me compré el casco el dia anterior porque era obligatorio. Con la grisley empezamos a tomarnos el mtb algo más en serio. Solia salir con un par de amigos de bilbao. Fuimos consiguiendo cosillas poco a poco; cuentakilometros, pedales automaticos, horquilla de suspensión... Cada componente nuevo era una batalla y un sin fin de dias de ahorro. Con esta bicicleta conoci muchos de los senderos y caminos que frecuento habitualmente. Disfrutamos mucho en esa epoca, tanto que la flaca empezó a estar en un lugar secundario hasta que decidi deshacerme de ella porque solo usaba la gorda. Recuerdo q con el dinero me compre una minicadena. Cosas de venir de familia obrera.
Pasaron dos maravillosos años de mtb y con el comienzo de la universidad los dias de bicicleta empezarón a descender de la misma manera que aumentaban los dias de fiestas, colegas, chicas y todos esos intereses que tienen unas hormonas de 18 años en ebullición. Transcurrieron 5 años de universidad en los que la bici se tuvo que conformar con dos o tres tristes salidas anuales mientras daba rienda suelta a otras aficiones que copaban mi interes en aquellos momentos. Pero bueno, queramos o no, hay cosas que permanecen grabadas en nuestra memoria. Están ahi, y solo necesitan un pequeño mecanismo que las active y resurjan de nuevo con fuerza, como si estuvieran grabadas en tu destino y tarde o temprano te tuvieras que dar de bruces con ellas en tu camino. Asi ocurrió con la bicicleta que seguia colgada en mi balcón. La veia casi a diario y no le daba la mayor importancia, solo me lamentaba de haberla disfrutado tanto y de tenerla ahi abandonada como un trasto viejo. Un buen dia de hace tres años se volvio a cruzar en mi mirada y decidio darme otra oportunidad. Desde entonces no hago más que acordarme de aquel dia en el que me sentí feliz y ridiculo a la vez, pero esto ya os lo contaré en otra ocasión, que al fin y al cabo hoy solo prentedia echar una ojeada en la memoria y desempolvar un poco de mi historia biker.